Passer au contenu

Ethique et pouvoir : conversation à Ségovie avec Alvaro Gil-Robles

J’étais hier soir à Ségovie à l’invitation de l’ancien Commissaire aux droits de l’homme du Conseil de l’Europe, Alvaro Gil-Robles. J’ai la plus grande admiration pour cet homme, devenu un ami au fil des échanges et des rencontres. Son humanisme, son esprit libre, sa volonté farouche d’agir pour les droits et libertés me touchent beaucoup. Il fut celui qui, à l’avènement de la démocratie espagnole, contribua décisivement à l’élaboration de la loi sur le Défenseur du peuple – l’équivalent de notre Défenseur des droits – avant de devenir ce Défenseur du peuple durant plus d’une décennie. Son courage, sa droiture et son indépendance lui valurent le respect de beaucoup et l’inimitié de quelques-uns. Durant des années, pour avoir dit les choses en toute franchise sur le terrorisme de l’ETA, c’est sous protection rapprochée qu’il a agi et vécu. La liberté de parole, de ton et d’action dans la défense des droits est précieuse. Elle n’est pas sans risque aussi. Aujourd’hui encore, l’engagement d’Alvaro Gil-Robles reste une référence et une inspiration pour nombre de citoyens passionnés par les droits et libertés.

Monsieur Gil-Robles m’avait invité à Ségovie dans le cadre du festival consacré aux droits de l’homme et au cinéma, qu’organise la Fondation Valsain, qu’il a fondée à son retour du Conseil de l’Europe. Durant une heure, avec la participation active de quelque 200 personnes rassemblées dans une ancienne prison franquiste transformée en centre culturel, nous avons conversé sur l’éthique et le pouvoir, thème central du festival. A l’issue de la conversation, un film, «Remember », a été projeté. Il raconte l’aventure d’un vieil homme atteint de la maladie d’Alzheimer, qui quitte sa maison de retraite américaine à la recherche du SS responsable du massacre de sa famille à Auschwitz. C’est un road movie d’une bouleversante et dérangeante humanité, à la conclusion saisissante. Des échanges comme ceux d’hier resteront parmi les meilleurs moments de mon mandat de député. Quelle est et doit être la place de l’éthique dans l’exercice du pouvoir ? J’ai essayé d’y apporter une réponse fondée sur mon expérience parlementaire. Vous trouverez plus bas l’intervention en espagnol que j’avais préparée (et la version française en pièce jointe).

J’ai mis en avant la fidélité à ses valeurs et principes, fût-ce au prix de positions et votes différents de son parti, de son groupe parlementaire ou de la majorité. Monsieur Gil-Robles et le public m’ont demandé d’expliquer mon opposition à la révision constitutionnelle en début d’année, en particulier sur la déchéance de nationalité. Je suis revenu aussi sur mes interrogations à propos de l’état d’urgence et de la loi sur le renseignement l’an passé. Rendre compte publiquement de ses choix et de ses votes comme également de ses doutes est une préoccupation que j’ai tenu à développer car elle tient largement à l’éthique dans la conduite des responsabilités : expliquer, convaincre, affronter la critique et même la revendiquer. Le pouvoir est par essence temporaire. J’ai fait part de mon soutien au principe de limitation des mandats dans le temps. Il arrive un moment dans la vie publique où l’énergie est mise davantage à durer qu’à agir. La crise de confiance dans la vie publique tient à ce que les citoyens voient les mêmes visages durant des décennies. Savoir s’en aller est nécessaire pour la respiration démocratique d’un pays.

Dans le débat, je n’ai pas échappé à des questions sur la situation en France, la loi travail, les grèves à répétition et la crise morale profonde dans laquelle notre pays est plongé sous le regard du monde. La proximité des élections espagnoles du mois prochain teintait certaines interrogations également, en particulier quant au choix qu’il m’a été demandé de faire entre entreprises et travailleurs, entre TTIP et souveraineté. J’ai essayé sincèrement d’y répondre, expliquant pourquoi je n’oppose pas la liberté d’entreprendre et le progrès partagé. La lutte contre le chômage requiert des entreprises conquérantes et confiantes. Sur le TTIP, j’ai marqué mon souhait de voir la négociation se poursuivre pour qu’un accord favorable pour les deux parties puisse être trouvé, qui favorise la croissance et l’emploi. J’ai expliqué cependant que mon vote de ratification dépendrait du respect des lignes rouges européennes et de la présence d’un mécanisme public de règlement des différends commerciaux par opposition à des cours arbitrales. L’éthique voulait hier que j’affronte ces questions posées sans détour et que j’y apporte les réponses les plus claires et précises.

Je remercie Alvaro Gil-Robles et la Fondation Valsain de m’avoir donné la chance d’un moment précieux d’échange, qui permet de livrer son unité d’homme, de père et de citoyen.

 

– – – – –

Ética y poder

 

Pierre-Yves Le Borgn’, Segovia, 30 de mayo de 2016

Estimado señor Gil-Robles,

Señoras y señores,

«Libertad, igualdad, fraternidad», este lema recogido en la Constitución francesa y originado en la Revolución de 1789 está en la base de la democracia francesa. Una democracia sólo es realmente el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo cuando los representantes encargados de la gestión de los asuntos en su nombre tras una elección respetan determinados principios entre los que la ética figura en el primer puesto.

En la Antigüedad aparece la primera referencia a lo que constituye entonces una disciplina filosófica fundada en los valores, la virtud y el principio de la Razón, y orientada a elaborar normas que enmarquen la acción humana. En nuestras sociedades europeas modernas la ética ocupa un lugar importante. Se encuentra en textos como las leyes de bioética que regulan el uso del cuerpo humano, la experimentación con embriones o el fin de la vida. Asimismo está en el fundamento de la organización de numerosos Colegios Profesionales (médicos, abogados…), bajo la forma de un código deontológico cuya violación puede llevar a la exclusión del Colegio y a la prohibición del ejercicio de la profesión.

El tema que me han invitado a desarrollar hoy es «la ética y el poder», por lo que me centraré en otro ámbito, el de lo político. Los políticos, hombres y mujeres, que reciben un mandato de los ciudadanos deben actuar en nombre del interés general y no de los intereses particulares. El marco jurídico es necesario, pero no siempre es suficiente. También se necesita una autodisciplina, una voluntad y un marco personal. Por lo menos eso es lo que creo para dirigir mi actuación como diputado. Voy a intentar explicárselo.

1- La ética y el poder es primero mantenerse fiel a sus valores y a sus principios en el ejercicio de sus responsabilidades, las cuales son legislativas en lo que a mí respecta. Aunque en Europa vivimos en sociedades democráticas, reguladas y protegidas por el Estado de derecho, existe en el ejercicio del poder un aspecto discrecional importante, y de hecho necesario. Un Parlamento, un Gobierno deben estar en condiciones de tomar decisiones soberanas, enfrentarse a circunstancias imprevistas, excepcionales o dramáticas. La ética de estas decisiones soberanas consiste para mí en explicarlas, situarlas en su contexto, justificar por qué las tomo y solicitar siempre las reacciones y la crítica de los ciudadanos.

 

Antes de que fuera elegido diputado, consideré durante mucho tiempo la vida política como lo hacía cualquier otro ciudadano. Me extrañaba que los cargos electos, empezando por los parlamentarios, no dieran suficientemente cuenta de sus decisiones, de sus votos e incluso de sus dudas. Nadie es omnisciente. Y esperar, muchas veces por cobardía, que los ciudadanos comprendan una situación, para no tener que explicársela, es un grave error. En el ejercicio de un mandato, hay que tener un constante afán de pedagogía.

 

El Parlamento puede ser una auténtica burbuja. La propia vida política, si uno no presta la atención necesaria para protegerse mejor, es un temible microcosmos. Gran parte del antiparlamentarismo que desgraciadamente presentimos en Francia y que el voto reciente por los partidos extremistas confirma, se debe, estoy convencido de ello, a la ausencia de un intercambio sincero y libre entre los cargos electos y los ciudadanos, a los que los primeros deben sin embargo su legitimidad. Por intercambio claro quiero decir diálogo. La ética no sólo es afrontar la crítica, sino también reivindicarla prioritariamente.

2- Como diputado tengo un blog en el que doy cuenta de todos mis votos, de todas mis tomas de posición, de todos mis informes y trabajos parlamentarios tanto en París como en el Consejo de Europa, y de todos mis viajes. Por ejemplo, publicaré mañana en mi blog un acta sobre nuestro debate de hoy en Segovia. Los ciudadanos deben estar en condiciones de seguir mis actividades e interrogarme en cualquier momento. Respondo a todos los correos electrónicos y postales que me envían personalmente, sin ninguna excepción. En todos los lugares a los que voy tengo una oficina para atender a los franceses individualmente. Asimismo organizo reuniones públicas para dar cuenta de mi mandato.

 

La ética también es asumir su libertad con motivo de una votación y, al hacerlo, saber resistir a todas las presiones y políticas partidistas o económicas según lo que uno cree justo. Alguna vez he votado en la Asamblea Nacional contra el Gobierno, eventualmente con la oposición, a pesar de la opción diferente adoptada por mi grupo parlamentario, sobre cuestiones que afectaban profundamente a mi conciencia como ciudadano. Ha sido el caso en particular con el Estado de urgencia en Francia y, más generalmente, con el conjunto de medidas legislativas que considero amenazadoras para los derechos y las libertades fundamentales.

 

Asumir su libertad de voto no es fácil. Las presiones pueden ser grandes y las amenazas no están nunca lejos. Sin embargo, creo que uno es digno del mandato de parlamentario cuando no retrocede ante las circunstancias o las ambiciones. La ética en el ejercicio del poder es mantenerse fiel a sí mismo y hacerlo saber con calma y solidez.

 

3- La ética también es aceptar que el ejercicio del poder sea por esencia temporal. En esto la vida política no es diferente de la vida deportiva, para tomar un ejemplo que podrá sorprender. Hay que saber irse, evitar el turno de más para no cansar. Estoy a favor de la limitación del número de mandatos en el tiempo. No es justo ni sano para la vida democrática que una persona pueda durante un período interminable ocupar un escaño en un Parlamento o permanecer a la cabeza de un municipio, una región o un país. La crisis de confianza en la vida política, común a numerosos países de Europa, se debe en particular al hecho de que se ven siempre o durante demasiado tiempo a las mismas personas ostentando las mismas responsabilidades.

Llega un momento, y es humano, en que se gasta más energía para permanecer en su puesto que para actuar por el interés general, de forma que la vida política puede dar la imagen de una casta, con sus códigos, sus costumbres y tal vez incluso sus impunidades. Por eso soy partidario de una limitación de los mandatos en el tiempo. ¿Cuántos mandatos? Dos o tres, no más. Sé, al decirles esto, que mi posición sobre esta cuestión no es en absoluto mayoritaria en la Asamblea Nacional ni en mi grupo parlamentario.

 

No concibo la vida política como un oficio. He sido jurista de empresa durante más de veinte años antes de ser elegido. En todo caso, me aplicaré a mí mismo la limitación que propongo y no solicitaré un tercer mandato como diputado, suponiendo que obtenga un segundo mandato el próximo año en las elecciones legislativas, ¡proyecto al que pronto me dedicaré! Quedarse sin mandato no es desaparecer de la vida política, es recuperar una trayectoria profesional, reflexionar y regenerarse, en una palabra es actuar de otra forma y en otro ámbito por el bien común.

 

4- La ética es, por último, evitar los conflictos de intereses, la mezcla de géneros, voluntaria o involuntaria. Antes de que fuera elegido, trabajaba como directivo de una sociedad de fabricación de paneles solares. Cuando me convertí en diputado, me impuse un período durante el cual me mantuve al margen de todos los temas relacionados con la energía. La sensación de frustración al no poder expresarme sobre cuestiones que conocía muy bien me llevó al cabo de año y medio a pedir cita con la deontóloga de la Asamblea Nacional. Ella disipó mis temores acerca de los conflictos de intereses, sonriendo de mi autolimitación. Me animó a intervenir en estos temas que conocía bien y a especificar simplemente que estos conocimientos se debían a mi pasado profesional.

¿Cuál es el marco jurídico en materia de ética que regula la actuación de los cargos electos y de los miembros del Gobierno, así como la financiación de los partidos políticos? En base a los trabajos de una comisión creada por el Presidente Hollande tras el escándalo del fraude fiscal del ex ministro de Hacienda Jérôme Cahuzac, se aprobaron en 2013 una ley orgánica y una ley ordinaria relativas a la transparencia de la vida pública, con objeto de luchar contra los conflictos de intereses y mejorar la transparencia democrática. Estas leyes imponen entre otras cosas a los cargos electos que presenten una declaración de intereses y una declaración de situación patrimonial. Asimismo establecen una nueva autoridad administrativa independiente. La Alta Autoridad por la Transparencia de la Vida Pública está encargada de recibir, controlar con la administración tributaria y publicar las declaraciones de situación patrimonial y las declaraciones de intereses de los cargos electos, de los miembros del Gobierno y de algunos de sus colaboradores, así como de los directivos de organismos públicos.

 

Éstas son, rápidamente esbozadas, las reflexiones y la experiencia sobre la ética y el poder que quería compartir con ustedes. Primero hay la voluntad personal, el sentido de la responsabilidad, la moral que uno se impone a sí mismo en su actuación. Luego hay los códigos de conducta y las autoridades encargadas de su aplicación, que representan un importante paso en el largo camino para devolver a los ciudadanos la confianza en sus representantes. Los escándalos financieros que implican a responsables políticos actuales o pasados socavan esta confianza, ya que su cargo debería llevarlos a tener una actitud ejemplar. Sin embargo, las normas y las entidades de control no siempre bastan, también es necesaria una evolución «cultural». Al respecto, los Estados que, como Dinamarca y Finlandia, ocupan los primeros puestos de la clasificación de Transparencia Internacional, deben servirnos de modelo.

Gracias por su atención.

Ethique et pouvoir Pierre-Yves Le Borgn%27

Laisser un commentaire